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Empatar elecciones: el efecto del voto de arrastre.

Actualizado: 13 nov


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Dr. Rafael Morales

Director Gurú Electoral Consultores


En política no solo importa quién compite, sino también cuándo. La forma en que se definen los calendarios electorales (es decir, si las elecciones nacionales y estatales se celebran al mismo tiempo o por separado) puede cambiar por completo el estado de una contienda. Esa coincidencia de fechas, conocida como también como concurrencia electoral y su efecto más visible, el voto de arrastre, son piezas criticas del tablero político actual.


el empate de elecciones y el arrastre nacional


“Empatar calendarios” o hacer que concurran dos o más elecciones significa que los electores pueden votar el mismo día por presidente, diputados federales, gobernadores, congresos locales y ayuntamientos. A primera vista suena razonable: con menos elecciones menos gasto y más participación. Pero en los hechos, las supuestas ventajas administrativas traen efectos políticos muy concretos.


Cuando se empalman las elecciones, los temas nacionales dominan la conversación. Las campañas locales se diluyen bajo la sombra del candidato presidencial o del partido que marca la agenda en medios y redes sociales. El debate regional pierde importancia y los votantes suelen votar “en bloque” o sin dividir su voto.


El voto de arrastre: la ola que todo lo mueve


El llamado voto de arrastre (o efecto coattail) se produce cuando la popularidad de un candidato fuerte, normalmente el presidencial, arrastra votos a favor de sus compañeros de partido en otros niveles. Funciona como una ola: si el candidato de arriba tiene viento a favor, los de abajo surfean sobre esa corriente; si va en picada, los demás se hunden con él.


En términos simples:


  • Un gobernador o candidato local puede ganar o perder sin importar su desempeño o campaña, solo por el efecto del voto nacional.

  • Las elecciones locales dejan de ser una evaluación del gobierno estatal o municipal.

  • Los partidos pequeños o sin figura presidencial sólida son barridos por la polarización y la inercia nacional.


Esto lo vemos con mucha frecuencia: cuando una figura presidencial despierta entusiasmo o rechazo, los resultados locales se alinean por efecto de un "latigazo" nacional.

 

La conveniencia de empatar los calendarios


En países como México, desde 2006, se impulsó una reforma al artículo 116 constitucional para que los estados empataran sus elecciones con las federales. La justificación suele ser técnica (se hablaba entonces de evitar "una mayor erogación de recursos"), aunque el fondo es político:


  • Los partidos buscan sincronizarse con su mejor momento nacional o con un candidato fuerte, para mantener su hegemonía.

  • Otros, en cambio, prefieren desfasarse para proteger su marca local y evitar ser arrastrados por una ola adversa.


Por ejemplo, si un partido tiene un presidente impopular, los gobernadores de ese mismo partido tenderán a preferir elecciones separadas, para no pagar el costo. En cambio, si la figura presidencial genera entusiasmo, el empalme se convierte en una oportunidad para capitalizar ese impulso.


Debilitar las campañas locales


Empalmar elecciones tiene claroscuros. Por un lado, la concurrencia puede ser eficiente y práctica: suele aumentar la participación ciudadana, porque los electores tienen mas incentivos para ir a las urnas a apoyar candidatos más afamados. Desde la óptica de los partidos grandes, también ofrece una ventaja: permite construir una narrativa nacional coherente, donde la fuerza del proyecto presidencial se traduce en apoyo legislativo y territorial.


Lo que no sucede es que logre reducir los costos (al contrario, los materiales electorales se encarecen por el aumento de la demanda), ni que simplifique la operación del sistema electoral, sobre todo si las mesas de votación no se comparten o existen legislaciones electorales con distintas reglas, sobre todo en contextos donde opera un federalismo no-centralizado.


Además, cuando todo se vota el mismo día, las campañas locales pierden aire: la conversación pública gira en torno al candidato presidencial y deja poco espacio para discutir problemas estatales o municipales. Los liderazgos regionales se diluyen, los partidos pequeños se vuelven irrelevantes y las elecciones locales terminan funcionando como un referéndum sobre el gobierno federal, más que como una evaluación del ámbito local.


En resumen, el empalme puede fortalecer la gobernabilidad nacional, pero a costa de achicar la diversidad política y reducir la autonomía de los votantes frente a las dinámicas nacionales.


EL VOTO LOCAL COMO UNA SIMPLE EXTENSIÓN DE LA CONTIENDA NACIONAL


La discusión sobre los calendarios electorales no es solo técnica: es estratégica y de lucha de poder. Empalmar o separar elecciones define qué nivel -nacional o local- tendrá más peso en la decisión ciudadana. En un contexto de alta polarización, donde las campañas se deciden más por identidades políticas que por evaluaciones de gestión, la concurrencia puede nacionalizar las elecciones locales en simples extensiones de la contienda presidencial.


Por eso, si las elites tienen a su favor las tendencias de intención de voto y dominan plenamente la escena electoral es previsible que busquen impulsar una reforma para empatar fechas, porque sus cálculos les reportan que el voto de arrastre terminará reforzando estas tendencias y dando el coletazo para que sus candidatos en los estados puedan contar con los impulsos necesarios que hagan la diferencia para ganar.


Es decir, quienes tienen la fuerza para marcar la agenda nacional son los que más empujan por la concurrencia.

 

El voto de arrastre y tu campaña


En política, el control del calendario electoral también es poder. El empalme de elecciones redefine las correlaciones de fuerza, amplifica o neutraliza liderazgos y condiciona la lectura de los resultados. Para los operadores y estrategas, entender el voto de arrastre no es teoría: es anticipar cómo la ola nacional puede reforzar o borrar el trabajo territorial.


En tiempos donde todo se decide por la narrativa dominante, controlar la fecha puede ser tan importante como controlar el mensaje.


@Rafael_Morales

 

 

 
 
 

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